La relación de mis padres estaba cada vez peor, luego de la
humillación de los albañiles mi madre no quería saber más nada con él. No podía
decir lo que había pasado, lo cual le daba más impotencia. Pero se había dado
cuenta de alguna manera que no necesitaba de él, que era una mujer fuerte y que
ella podría llevar la familia adelante sola.
Aunque había un gran impedimento, ella no tenía trabajo. Así que por el momento siguieron juntos, como
hacen tantas otras parejas.
Una de las gotas, pero no la que rebalsaría el vaso fue el
problema con el pago del alquiler. Había problemas económicos en casa y aún no
habían podido pagar el alquiler. Esto no era nada nuevo, hacía meses que venía así
la situación, arrastraban una deuda. Mi
padre ignoraba las llamadas del casero.
Un día alguien toco la puerta, era aquel tipo. Bastante
molesto, mi madre como siempre dio la cara.
El casero odiaba a mi padre, habían tenido varias
discusiones, pero no se encontraba en el departamento. Por lo cual se descargó
con mi madre.
-Por favor no grite señor, no quiere pasar y lo hablamos?
Dijo ella.
El entro al departamento y se sentó. Era un viejo medio pelado, con cara de
enfadado.
Al rato volvió mi madre con una taza de café.
-Gracias, dijo él. Sin dejar de estar molesto. Tomo la
palabra anticipándose a mi madre:
-Mire, debe ya un par de meses de alquiler, según la ley yo
los puedo dejar en la calle. Lo siento mucho pero ya me canse.
-Oh no señor, no haga eso.
-Si no me pagan estoy en mi derecho.
Ella sabía que dependía de ella. Tenía que persuadirlo, en
su nuevo rol ella debería tomar las riendas de la situación.
Trato ablandar su corazón, el cual no existía. Pero alguna manera encontraría. Después de
intentar en vano convencerlo con palabras opto por otra manera.
Ella se había percatado que el viejo había visto
disimuladamente el escote en varias oportunidades. Ella llevaba un vestido y como estaba en la
casa no llevaba sujetador, por lo cual se le marcaban los pezones.
Ella estaba sentada frente a él, lo miraba fijo. Dejó caer
sus zapatos, quedando descalza. Luego
apoyó uno de sus pies en la silla donde estaba el hombre, subiendo lentamente
hasta tocar su entrepierna. El tipo casi
tira el café. Lo frotaba, suavemente con
sus piecitos, hasta llega a su bulto.
Sentía como lentamente algo se iba ponía duro.
-Quizás podamos llegar a un acuerdo. Decía con voz
seductora.
-Ahh, señora.
-Shh no levante la voz que están mis hijos en su habitación.
La polla se ponía completamente dura.
-Te gusta eso no? A
esta altura el hombre ya se había sacado la polla del pantalón. No era grande, más bien era pequeña. Mama le acariciaba las bolas con la planta
del pie, suave, despacio. Con el otro le toco el glande y tiraba de la piel
para atrás. Ella nunca había hecho algo
así, pero lo hacía bien. El viejo estaba
gozando de aquello.
Ella llevo su mano a su pecho y le mostró una teta. Que
colgaba fuera del vestido, para estimularlo más. Con los dos pies pajeaba
despacio al viejo.
-Nos vas a perdonar la deuda?
-Ahh , veremos. Quizás.
Decía jadeando. Ella se detuvo.
-Sigue por favor.
-Si quieres que continúe, cierra el trato.
Bueno bueno, lo hablaremos, quizás pueda perdonar algo de
deuda y darles más tiempo. Pero por favor sigue.
Mama con una sonrisa llevo de nuevo los pies hacia los
genitales de aquel hombre y continúo masturbándolo. Se bajó el vestido dejando a la vista sus
tetas, para deleite del hombre que gozaba mucho. A ella le gustaba sentir el
poder por primera vez, aunque estaba haciéndolo para sacar provecho, al menos no era chantajeada.
Sus pies continuaron masturbando la polla, hasta que el no
aguanto más y largo un chorro de leche. Que salpicó hasta el mantel de la mesa.
-Mmm. Decía mama mientras el viejo jadeaba extasiado. Ella recorría todo el pene con sus pies, le
frotaba las bolas haciéndolo gozar más aún.
Mama estaba con cara de satisfacción, se subió el vestido y puso el
mantel que estaba salpicado de semen a lavar. Mientras tanto el tipo una vez
que recobro el aliento fue a higienizarse al baño.
Al salir y dirigirse a la puerta mama le dijo:
-Recuerda nuestro trato, frotándole el paquete con la mano.
Lo despidió y el viejo se fue, contento. Al menos había
tenido algo y si mama no llegaba a pagar se la follaria. Lo cual era un gran
consuelo.
Ella, por su parte estaba a la búsqueda de un empleo.
Necesitaba el dinero.